jueves, 15 de octubre de 2015

Se vende carne de mujer


Los reparten todos los días, a cualquier hora. Los dejan sobre los parabrisas de los vehículos estacionados en las calles.  El viento tapiza las aceras con ellos cuando los levanta. Ofrecen asiáticas, orientales, españolas, latinas, polacas, rumanas.  Las describen como maduritas, calientes, implicadas. Ofrecen fantasías, masajes y todos los servicios.  Invitan a una copa gratuita y garantizan discreción.  Hay servicios de veinticuatro horas y otros con horarios de oficina, de la once a las veintiuna.  También hacen domicilios y hoteles.  Cuando llegan los nuevos “cargamentos” añaden: “chicas nuevas”.

No tuve que hacer una investigación ni hacerme parte de una organización que luche contra el tráfico de mujeres para saberlo.  Me bastó con salir a pasear a mi perro y retirar los volantes, algunos a todo color, otros simples fotocopias en blanco y negro, de los parabrisas. El máximo trabajo ha sido agacharme para levantarlos del piso.  Tampoco fue en los extramuros.  Ha sido en las calles de mi barrio céntrico, rodeado de oficinas.  Está a la vista de todos, aunque la mayoría prefiera no verlo.  Se vende carne de mujer. 

En España, dicen hoy los medios, son cuarenta y cinco mil las mujeres que se encuentran en estas condiciones y añaden que no saben cuántas de ellas están esclavizadas, aunque aventuran que son más de catorce mil.  No les creo.  La gran mayoría deben serlo.  No me atrevo a negar que pueda existir la vocación de puta, pero debe ser de unas pocas.  Las otras, como lo testimonian aquellas que han podido regresar de ese infierno, llegaron allí empujadas por la pobreza, engañadas por mafias que les ofrecen un paraíso.

Un paraíso al que se arriesgan ante la falta de oportunidades, porque como dijo Sonia Sánchez, una mujer que fue prostituida en su adolescencia en Argentina, y que hoy es una luchadora para que no haya más, “una puta es el resultado de los políticas públicas de todos los gobernantes de este mundo”. Sí, muy cierto, y también de la falta de ejercicio de pensamiento y humanidad de hombres de todas las naciones, de todas las razas, de todas las procedencias, de todo el mundo, que compran y calman sus apetencias más instintivas, más primitivas, incrementando el mercado lucrativo de la venta de carne de mujeres, que crece, según dicen, a un ritmo acelerado.

En esta España, de gente mayor, las quieren jóvenes porque “son prietas” según contaba hoy una investigadora.  “Porque para otra cosa ya la tengo en la casa”, narró que decía el entrevistado.  Tenebrosa afirmación por lo que revela: Un hombre  que hace una vida marital con una mujer a la que desprecia con el mismo desprecio que muestra por las mujeres cuando va de putas. Porque los hombres que van de putas no sólo las desprecian a ellas. Nos desprecian a todas.

Esta semana, en la Guajira colombiana, miembros de la comunidad wayú paralizaron un tren privado que transporta carbón.  El motivo de la protesta indígena fue que un celador de la compañía explotadora sodomizó una burra. Y nosotros, en este mundo que llamamos civilizado, ¿qué tanto estamos dispuestos a hacer como individuos y como colectividad para acabar con el tráfico de mujeres?


*En las jornadas internacionales sobre prostitución y trata de blancas

2 comentarios:

  1. A menudo o cotidianamente nos protituimos, lo hacemos porque vendemos nuestro tiempo, mente, creencias...y todo a favor de "otro"o de un fin ajeno y lucrativo. El cuerpo forma parte de este entramado de intercambio y es entonces cuando aparece la esclavitud, que no la puta convencida que sabe lo que quiere, que como tú dices la hay.
    Esa esclava primera está determinada siempre por la pobreza, por la miseria mental en la que se sucumbe en momentos de debilidad...y haberlos los hay y son casuales y ayer se estuvo aquí y hoy allá.
    Y la sociedad no es que permita, es que provoca, y crea actos que se continúan en el tiempo en forma de realidades enquistadas...qué pena.

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  2. Que triste q ni siquiera las sociedades mas avanzadas han logrado avanzar en el tema de la prostitución. Es más se ha transformado el nombre como al del "call girl" o "female escort" para darle un toque de sofisticacion.
    Marbel gracias por tu blog. Es una oportunidad para meditar y debatir.

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