jueves, 5 de noviembre de 2015

Nayla viaja a Londres


Lo hará a las nueve de esta noche en un vuelo de bajo costo que abordará en Barajas, Madrid, y la depositará dos horas más tarde en Gatwick, uno de los cinco aeropuertos de la capital británica. Nayla no habla inglés pero ya tiene estudiado el plano de la terminal sur y sabe con exactitud cuál es el pasillo y la puerta que la conducirán al sitio donde debe tomar un autobús local para ir hasta la estación Victoria.  Allí la espera su hija, con quien pasará los cuatro días siguientes.

Nayla está tan entusiasmada con su viaje como nerviosa por el desconocimiento del idioma, aunque a priori resolvió el problema.  Durante el vuelo, se agenciará la manera de entablar conversación con personas hispanoparlantes para resolver posibles problemas de entendimiento que tenga al desembarcar. Los ojos le brillan cuando me lo cuenta. Y yo pienso que temeridad no le falta.  La misma que tuvo hace quince años cuando llegó a España con sus dos hijos, pequeños, y otros tantos que le habían encargado.  Antes de ese viaje, su vida se reducía a Bogotá, la ciudad donde vivía, Ibagué la capital de su departamento, y San Luis, el pueblo donde nació. 

En estos años ha visto crecer a sus hijos que ahora mismo buscan la manera de hacerse sitio en la vida.  La niña es hoy una mujer que trabaja en Londres a tiempo que estudia y perfecciona su inglés con el ánimo de ingresar allí a una universidad.  El niño es un joven que hace su primer año de estudios universitarios.  Nada que ver con Nayla que tuvo que ganarse la vida desde muy niña como empleada del servicio doméstico en casas de Ibagué y Bogotá.

Para que esto haya sido posible, Nayla ha tenido que dar muchas batallas personales,  como las que tenemos dar todos, con la diferencia de que el sistema en este lado del mundo funciona más a su favor.  La educación para sus hijos hasta terminar el bachillerato fue pública y gratuita, la orden de alejamiento de un marido maltratador fue expedita y el trabajo no le ha faltado, aunque encontrarlo se ha hecho difícil en un país con un índice de paro superior al veinte por ciento.  Tiene un contrato de medio tiempo con una empresa que presta servicios de limpieza a la seguridad social y siete casas en las que trabaja por horas para limpiarlas. Eso sí, corre mucho.  Aún con ello, a veces, los fines de semana hace y vende empanadas por encargo.

Nayla puede atender tantos trabajos porque cuenta con un sistema de transporte eficiente que le permite desplazarse con prontitud, pagando un abono mensual con un precio fijo, y llegar hasta su casa, ubicada en un municipio que está a trece kilómetros del centro de Madrid.  Vive en un quinto piso y en su vivienda, alquilada, dispone de tres habitaciones, dos baños, cocina, salón comedor y terraza.  Por supuesto, realquila una habitación para ayudarse.

Y esta noche se va  Londres.  Va a visitar el Museo Británico y el de Ciencias Naturales, cuyas entradas son gratuitas; y su hija obtuvo hora por Internet para contemplar la ciudad desde el Sky Garden que tiene bares y restaurantes, que podrían ser vedados para su poder adquisitivo, pero también jardines de acceso libre.
 
Nayla se va a Londres porque vive en un mundo de mayores oportunidades y más equitativo en el acceso a ellas, a pesar de lo cual se sienten pasos de animal grande que intenta hacerle retroceder lo que ha avanzado en derechos y bienestar. Entretanto, en el otro medio mundo sus ciudadanos mueren en el sueño y en el empeño de alcanzar alguna vez Estados equitativos, garantes de los derechos, e impulsores del bienestar general, ¡como los que se están perdiendo!

3 comentarios:

  1. A los inmigrantes como como Nayla, les admiro su capacidad de sacrificio y adaptacion, motivado por el amor y el deseo de darles mejores oportunidades a su familia. A pesar de que no cuentan con ventajas comparativas como el haber tenido una formacion academica universitaria y muchas veces el hecho de que ni siquiera hablan la lengua del pais al que inmigran, personas como Nayla, comparados con otro tipo de inmigrantes como los estudiantes, logran conquistar sus miedos y limitaciones, gracias a ese sentido de supervivencia y al hecho de que no tienen nada que peder pues en sus paises de origen sus situaciones quiza no serian prometedoras y la falta de oportunidades les limitaria su capacidad de lucha.

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  2. Me conmueve y alegra la historia de Nayla, la lucha por el bienestar y la dignidad y la respuesta de sus hijos que, si siguen trabajando, lograran tener una vida mejor.
    Pero me entristece y me decepciona que los logros que se consiguieron en estos países (Europa), se estén perdiendo por la avaricia, indecencia e ineptitud de nuestros gobernantes.
    Espero que los hijos y los nietos de Nayla no tengan que dejarse la vida por los derechos ya conseguidos.

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  3. Una mujer luchadora como muchas que recorren el mundo en busca de nuevas oportunidades y de condiciones igualitarias, que a veces en el propio país no se encuentran.

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