lunes, 13 de junio de 2016

Querida Mary:*


Que la palabra sostiene, mantiene, tiende puentes, anuda amistades y construye vínculos lo vivenciamos tú y yo, luego de cuatro decenios de llamadas telefónicas, de cartas cruzadas, cuando todavía se usaban, de conversaciones frente a frente, en las escasas veces en que coincidimos, de intercambios de e-mails, cuando los inventaron, de encuentros por Skype y de mensajes de Messenger.

Por la magia de la palabra supimos siempre la una de la otra, estuvimos al tanto de nuestros aconteceres, repasamos las vidas de nuestras familias y participamos de sus acontecimientos; por esa magia vivimos nuestra amistad, aún sin vernos, como si cada día compartiéramos el café, de manera que en cada encuentro nunca fue sorpresa los cambios que se generaban en nosotras con los años.


Que la palabra bien dosificada ayuda en la construcción de realidades lo sabíamos las dos por nuestro trabajo, pero que no por eso las cambia, también lo constatamos. Tu enfermedad no mejoró porque yo lo verbalizara, así las dos nos asiéramos a la carga de futuro que les poníamos.
 

Que la palabra revela y nos revela lo supe cuando volví atrás, leí las decenas de mensajes que intercambiamos en los últimos diecinueve meses y descubrí que mis apreciaciones sobre el cáncer que te comía estaban llenas de esperanza, una esperanza verdadera, yo que suelo mantenerla como postura intelectual para vencer el pesimismo que se impone.


Tú me contabas, día a día, cita a cita, quimio tras quimio, radio tras radio, lo que ibas padeciendo, y yo me empecinaba en creer que después de ello habría curación.  En enero pasado estaba preparada para que me dijeras que habías pasado con nota sobresaliente el último examen a tu cuerpo y que los médicos te daban de alta con una nota aclamada. En lugar de eso tuviste que escribirme de metástasis en los pulmones y en las costillas. 


Entonces, te escribí: “Imagino que tendrás temores, ataques de miedo a momentos y también desánimo en otras ocasiones, pero has avanzado cada día, cada paso con esperanza y alegría y es importante que puedas continuar en esta tónica.  Por ti y porque la vida, esto inasible y efímero, es , al fin y al cabo, lo único que tenemos y lo único que con certeza conocemos. Todavía no hemos podido agendar nuestro año pero te prometo que nos veremos en Medellín, ahora que no podrás venir tan pronto como yo contaba”


¡Y nos vimos en abril! ¡Y pudimos celebrar juntas tu cumpleaños! Y yo disfruté viendo que comías con gusto, que te reías contando anécdotas que te hice recordar de cuando investigabas para la escritura de un libro, que la palabra te seguía siendo fácil y la risa y la sonrisa permanentes. Pasaste abril, y mayo hasta el último día, pero no más.  La muerte, que venía disfrazada de enfermedad,  venció porque al principio estaba Dios y la palabra era Dios, pero al final está la muerte que ya no admite a las palabras. 
 

Por eso ahora, querida Mary, siento que no hay nada más triste que llamar a un teléfono donde no vas a contestar, que abrir un correo que tiene tu nombre pero al que no puedo escribir, que encontrar tu nombre en el Skype sin que pueda marcarte… Tengo las palabras, pero tú ya no estás.

*Mary Correa, Colombia. 1958-2016. Periodista y Docente. Coautora de Tierra de desterrados.

2 comentarios:

  1. Triste, muy triste. Si bien la muerte la tenemos segura, nos respira en la nuca todos y cada uno de los días, aceptarla no es nada fácil. Al fin y al cabo la vida es lo único que conocemos, con todo y que está llena de problemas y traumas, pero también de color y alegría. Y aunque trato de pensar en la muerte como un cambio dimensión, de mundo, de energía, siempre está a nuestro lado, esa otra imagen terrorífica, de vacío, oscuridad y la nada!
    María Adelaida.

    ResponderEliminar
  2. Si somos lo que somos, porque somos la suma de lo que somos, cuando morimos ya no somos. La nada no será tampoco, porque la nada es solo en referencia a nosotros mismos. Como bien la Biblia dice seremos polvo, moléculas que serán parte de otros elementos.
    Como el papel reciclado que pudo haber sido un decreto legal o una orden de captura o una invitación a un matrimonio. La esencia cambia, ya no seremos.
    Solo somos en la mente de los que nos recuerdan, y por eso disfrutar en compañía cada día es un presente, como los regalos, algo para disfrutar, para acercar a los que aman, para luchar por libertad física y mental, por tener propósito y disfrutar lo logrado, por crear, como en este blog.
    Un abrazo, con amor.
    MH

    ResponderEliminar