martes, 12 de mayo de 2020

¡Oportunidad única!


Alguna vez leí o me lo contaron, no recuerdo, que hay tres acciones imposibles de recoger una vez acometidas:  La palabra que se dice, la piedra que se tira y la oportunidad que se deja pasar.  A todos nos ha ocurrido, y nos queda la desagradable sensación de no poder devolvernos en la acción.  Se hirió a alguien o se perdió el momento.

Desde marzo pasado casi la totalidad de la humanidad entró en un momento único, singularizado por la pandemia ocasionada por un virus. El covid 19 resultó ser un microorganismo que se extendió, y mientras lo hacía el ritmo del planeta se frenaba, los seres humanos nos guardábamos en nuestras cuevas y el silencio se posaba sobre el corazón de las urbes que late a toda hora.

Una sincronía perfecta e inédita: nunca antes habíamos padecido una amenaza común que obligara a los gobiernos a decretar una cuarentena que puso a los seres humanos a vivir en la misma simultaneidad.  Condenados al encierro surgió también una instantánea global, así llamaban antes a las fotografías que nos tomaban al descuido, que reveló, también como nunca, nuestras asimetrías.

Nunca como ahora ha sido posible ver las distancias que hay entre los mundos, no solo los individuales sino también los sociales, los políticos y los geopolíticos.  Nunca como ahora ha sido posible para las actuales generaciones apreciar la distancia que impone la geografía física y, sobre todo, la geografía humana, en especial esa que llamamos de la pobreza, y la tiranía de la economía imperante.

La infección, la cuarentena, la ingente cantidad de información, la exposición de los buscadores de protagonismo y la actividad desmedida de las redes sociales crearon en el muro que contiene a la civilización una fisura por la cual
salen y se revelan las inteligencias y sensibilidades de los que aportan, la desfachatez de los insensatos como las clases políticas y la ruindad de otros muchos, para desgracia del mundo.

Es decir que la sincronía del encierro y la revelación de la asimetría crearon una oportunidad única para que, mirándonos dentro, y luego fuera, decidamos si el mundo al que queremos volver es al mismo que dejamos; o al totalitario del que hablan otros; u otro, uno que queremos construir y en el que deseamos empeñarnos.

Nunca como ahora depende de cada uno de nosotros decidir si vamos a emprender acciones capaces de frenar el apetito capitalista y voraz de los que sueñan el planeta como su propiedad y la salvajada de las masas que pregonan el sálvese quien pueda.

Nunca como ahora es posible pensar que podemos ser millones los que regresemos a la nueva normalidad, como la llaman, convertidos en una masa crítica que impulse las transformaciones necesarias para vivir un planeta sostenible con mayor equidad, justicia y conciencia.

No perdamos el momento.