Da miedo que cuando la curva de infectados con Covid 19 en Colombia sube, y busca llegar a la cresta, el presidente Iván Duque relaje la cuarentena y lance a la calle a cientos de personas de los sectores manufacturero y de la construcción que se infectarán e infectarán.
Parece que Duque no ha entendido de qué se trata esto. Que no entiende que la propagación del virus de manera exponencial significa, exactamente, que se duplica cada vez más rápido cuando la población esta expuesta a su contagio.
El Covid 19 estaba frenado relativamente en Colombia porque las medidas de confinamiento se tomaron a tiempo, ni más ni menos. No hay otra razón. No hemos desarrollado ninguna autoinmunidad, como proclamaba Boris Johnson con los ingleses hasta que él mismo se contagio; no se ha descubierto una vacuna que se espera con ansia, pero que tardará todavía hasta un año calculan los expertos; y las medicinas que se usan hasta el momento son experimentales. Lo que si sabe con certeza de la infección con Covid 19 es que, sin o con medicación, los organismos de algunos responden y otros no. ¡Una lotería!
Una lotería que se convertirá en ruleta rusa en Colombia, este lunes 27 de abril, cuando salgan a las calles y suban a los buses y lleguen a sus trabajos miles de personas que deberán reintegrarse en virtud del relajamiento de la cuarentena y que solo en Bogotá serían casi medio millón.
El cálculo matemático dice, entonces, que el Covid 19 se disparará desde este lunes. Para detenerlo no sirven los conceptos, aunque sean de peso, como el de la autogestión. Lo observo a diario en el pequeño pueblo de España donde estoy recluida. La gente obedece la medida de estar en sus casas, pero mucha, y es bastante, cuando sale a la calle tiene conductas de poco o ningún cuidado, a pesar del miedo, de los contagiados y de los muertos. La única barrera que ha funcionado ha sido el confinamiento, ese que Duque está levantando antes de tiempo.
Me cuentan que habla todas las noches en la televisión porque, como me dijo un amigo, encontró su nicho. Me alegro por él, que ya sabe que lo hace muy bien de presentador, pero, como presidente, con esta decisión está borrando con el codo lo que ha hecho con la mano, lo cual revela, una vez más, su carácter maleable.
Duque no sabe tomar decisiones por sí mismo. Otros las toman por él. Se subió, a tiempo, en el carro jalonado por la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, ese que le ha dado tan buenos resultados en las encuestas, y aguantó hasta que, los que de verdad tienen el poder, le dieron la orden: hay que devolver a la gente a trabajar, que se infecten y mueran los que tengan que morir, pero la economía no puede parar porque si no nos arruinamos.