viernes, 20 de noviembre de 2015

Hay que mirar al cielo


Esta sobre nosotros, arriba, siempre.  Lo entendemos y lo vemos azul y así lo describimos, pero dependiendo de las condiciones atmosféricas, la altitud desde donde lo observemos, la hora,  la luz del sol, el reflejo de la tierra, puede tornarse en muchos colores, de un rosa pálido, a un rojo intenso,  de un verde suave a un verde azulado, puede ser casi blanco o blanco puro, o quizá gris, pero está encima de nosotros y allí sigue y seguirá hasta que de verdad llegue una vez el final de este planeta, pero para ello se necesitaran millones de años, y nosotros, la especie humana, sólo lleva en esta superficie un suspiro, comparado con la edad del globo terráqueo.

Así que con esta certeza, irrefutable, porque está ahí, es con la que deberíamos responder cada vez que lo aciago y, aún peor, lo apocalíptico pareciera devenir sobre nuestras sociedades y nuestras individualidades.  Mirar arriba, mirar el cielo, como los poetas y pensar que desde que la humanidad tiene razón de sí misma de forma periódica ha pensando hallarse ante el final y aún así la vida ha continuado.  

Sigue porque al mismo tiempo en que somos bombardeados por todo tipo de información que se solaza cada vez más en lo que falta que en lo que se tiene–más en la muerte, la guerra, el terrorismo, el hambre, la enfermedad, todo aquello que nos amenaza existen a diario, en todos los lugares del mundo, gestos cotidianos de solidaridad, de justicia, de generosidad, de equilibrio, de amor, que también habría que contar, o al menos, tener los ojos limpios para verlos.  Dejar que lleguen al corazón que es donde decimos que residen los sentimientos y lo entibien, porque si no moriremos de tristeza y de desolación ante lo que parecen escaladas inacabables de la falta de razón y corazón de unos pocos, porque la mayoría, la inmensa mayoría de los siete mil millones de habitantes de la tierra que somos, estoy segura de que somos distintos.

Hay que mirar al cielo.

1 comentario:

  1. A veces se nos olvida mirar al cielo y ver que aún seguimos vivos, somos maquinas de tiempo, con horarios, rutinas, parecemos a veces como hámster encerrados, solo vemos las cosas cuando nos salimos del día a día. Por eso mirar al cielo es reconocer que aún seguimos en este planeta.

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