Encuentro una nota que escribí
en mi cuaderno de apuntes el nueve de diciembre de 2011.
“Dante se me aparece en los
últimos días.
Lo menciona Nuruddin Farah, un escritor Somalí en su
novela Eslabones, el descenso a los infiernos en la guerra sin fin que se vive
en Somalia.
Me lo encuentro en Cuadernos
de Hiroshima, escrito entre el 63 y 64, de la mano de Kenzaburo Oé que recorre
aquella ciudad tratando de comprender lo incomprensible: que los hombres
matemos a los hombres, que lo hagamos siempre, y que para ello usemos armas de
destrucción masiva que no solo matan sino que condenan a los sobrevivientes a
vivir muriendo, a un infierno anticipado.
Salta en un parlamento de Medianoche
en el jardín del bien y del mal,
una película de Clint Eastwood, que recrea la decadencia y la ambigüedad de la sociedad
de Savannah, ciudad del estado de Georgia; y me quedo pensando si, al igual, estaba
en Reloj sin manecillas, esa otra novela que describe de forma magistral ese
sur estadounidense que seguía siendo profundo, injusto y racista en la primera
mitad del siglo veinte y que fue la última que escribió Carson McCullers”.
PD1. Sólo hay que dar una
repasada a las noticias del mundo para saber que seguimos enredados en los
círculos del infierno, que tan bien describió Dante hace siete siglos.
PD2. Se lo escuché anoche a
un autor que escribe para niños y leemos los adultos, el noruego Jostein
Gaarder, el del Mundo de
Sofía. Dijo que entre el pesimismo
y el optimismo está la realidad y también la esperanza que es una categoría de
lucha.
PD3. No podemos perder la
esperanza, que si es lucha, como dice Gaarder, se concreta en compromisos.
No es pesimismo, pero es cierto que el mundo se derrite en el infierno. Casi siempre les toca a otros "otros", los lejanos del mundo árabe, los africanos, los de la lejana Asia... Los que han muerto a miles en manos de fanáticos. En estos tiempos también nos a nosotros, a los de este lado del mundo tranquilo, hipócrita y civilizado, a los que vendimos cruzadas santas y hogueras vengativas, en nombre de nuestros dioses, y creamos sus infiernos, y ahora los nuestros.
ResponderEliminarOjalá, a pesar de todo, nos toque, a todos, la esperanza. Ojalá.
Las casualidades, esas circunstancias que apenas controlamos, me han llevado a tu blog, a la claridad de un pensamiento que no se me hace inútil. La esperanza que es lucha ( quizá sea desesperación?) , como bien dices, genera compromisos. No estaría mal convenir con Séneca que los imperios violentos no han durado nunca, tu quoque?
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