viernes, 22 de enero de 2016

La distorsión de la conciencia


Estaba escribiendo otro  blog pero escuché en la radio una noticia que me hizo cambiar de tema.  Está a punto de aprobarse el protocolo que se deberá seguir en la ciudad en la que vivo en aquellos días en que la contaminación aumente a escenarios peligrosos.  El plan tiene cuatro fases e incluye reducciones de la velocidad, prohibir el aparcamiento de coches en las zonas del centro, aplicar días de pico y placa ambiental, y, finalmente, prohibir la circulación de vehículos si los niveles rebasan los límites considerados permisibles.  Todo ello bueno y en todo ello de acuerdo.

El remezón vino con la segunda parte de la noticia.  El ayuntamiento se encuentra en conversaciones para que en el Metro, que es un servicio público y de propiedad pública, en los días en que haya restricciones no se cobre el transporte, o, dijeron, al menos no en las horas pico.

¿De manera que para proteger el medio ambiente, es decir, para evitar que en el aire que respiramos haya menos gases nocivos, menos venenos que a la larga repercutirán en la salud y en la vida de cada uno de los que habitamos en esta ciudad, tenemos que pagarle a la gente para que tome consciencia de ello?

¿Por qué? ¿Cuál sería la razón? ¿Suplirles la incomodidad que significa que dejen su coche parqueado por un día y recurran a un trasporte público? ¿Recompensarles porque la medida se tomó para su cuidado? ¿Aminorar el impacto que causa sentir que no se está detrás de un volante?

Esto es lo que yo llamo la distorsión de la consciencia a cambio de un falso bienestar. Distorsión, porque que lo debería ser una reacción espontánea de seres conscientes de sí mismos y del entorno, que es la autoprotección, para la preservación de la especie y del planeta, es bloqueada y forzada sólo a reaccionar mediante estímulos:  pasajes gratuitos en este caso. Y falso bienestar porque esta es una ciudad dotada de un sistema de transporte público eficiente, asequible y al servicio de todos.  A esto se conoce como bienestar.   Lo otro, insistir en sacar el coche, aunque con ello se aumenten los niveles tóxicos en el ambiente es un falso bienestar, además de un acto suicida, así no se vea el cadáver. 

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