martes, 14 de abril de 2020

Nuestra esencia revelada


Llevo muchos días sin ponerme frente a la pantalla para escribir este blog.  A cambio, he estado pensando en el agua y en el coronavirus.  He pensando que, así como el agua toma la forma del recipiente que la contiene, cada uno de nosotros, de manera individual, y luego cada sociedad ha asumido el Covid 19 de acuerdo con lo que se es.

Es inevitable. Agua suelta por ahí no se encuentra.  En un charco tiene la forma de la hendidura de la tierra.  En un cauce la del lecho del río.  En una vasija la del recipiente.

Y resulta que el coronavirus, el “enemigo público número uno”, como lo llamó la OMS*, que no tiene cara, porque no lo hemos visto, pero sí muchísimas consecuencias, terminó actuando como el agua: Ha revelado quiénes somos, cómo pensamos, qué llevamos dentro. 

Es decir, llegó y ¡mostró nuestra vasija!, porque en situaciones extremas, y esas son las que estamos viviendo, poco espacio queda para el maquillaje. Así que lo que está saliendo, desde las grandezas hasta las mezquindades más ruines, es lo que había. Nada más. 

Se está mostrando nuestra esencia. Como cuando a quienes nos gusta la fotografía entrábamos al laboratorio y poníamos la hoja de papel fotográfico en el líquido revelador.  Poco a poco aparecía una imagen en la que se podía ver nuestra estética y nuestra técnica. 

Un poco lo que nos está pasando ahora.  Estamos metidos en un gran laboratorio con muchas áreas de estudio: casa, ese espacio que habitamos, barrio, pueblo, ciudad, país, continente.  Y las condiciones: geopolíticas, políticas, económicas, sociales, culturales.

Quien me lee, en concreto, sabe qué está viviendo en este momento y de qué estoy hablando.  La actitud que tiene ante la crisis provocada por esta cuarentena obligada y el cómo la está llevando, con la dosis de sentimiento, incertidumbre, desasosiego y esperanza, responde a quién es, cómo ha vivido y de qué manera ha trazado su vida.

Es más fácil entenderlo cuando se leen las noticias.

En lo meramente personal, y para no entrar en muchas profundidades, están los que salen a aplaudir la labor del personal sanitario y los que les piden que se marchen de sus casas; quienes se las ingenian para producir mascarillas y quienes planean robarlas; quienes comparten pequeñas alegrías con los suyos, y quienes maltratan y golpean a los propios.

En lo político hemos visto el contraste entre gobernantes que le ponen el pecho a la situación y toman las medidas necesarias, y los que la niegan lanzando a las poblaciones de sus países en una danza loca hacia el contagio y la posible muerte de miles de ellos.  Hemos visto a políticos que se ponen la camiseta y hemos visto los que se esconden; y también aquellos que medran de la situación, como si esta amenaza, que nos hace vulnerables, fuera más bien un mitin político y la oportunidad para captar unos cuantos votos. ¡Cual inmortales ellos!

De manera que el virus, ese bichito con corona, vino también a desenmascararnos.  Como en el teatro griego: ¡Que se quiten las máscaras y aparezcan las personas!

PD: Este blog salió más largo de lo usual en mí, pero, en concordancia con lo que he escrito, quiero dejarles una estrofa de Ítaca, poema de Constantino Kavafis.  Hablamos de lo mismo. Él en verso, yo en prosa:

No temas a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al colérico Poseidón,
seres tales jamás hallarás en tu camino,
si tu pensar es elevado, si selecta
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
Ni a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al salvaje Poseidón encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no los yergue tu alma ante ti.


*Organización Mundial de la Salud



1 comentario:

  1. Qué difícil cambiar el pensamiento de de la sociedad consumista, siempre con el deseo de volver a lo que nostá destruyendo!

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